Santiago Rusiñol, Castell del Rei.
La isla de Mallorca fue un yacimiento inagotable de inspiración para los pintores impresionistas y simbolistas. Santiago Rusiñol ha sido uno de los artistas más estimados por los mallorquines, a partir de un idilio que empezó en 1893, en su primera estancia en la isla balear. A su muerte el Ayuntamiento de Palma le proclamaría hijo adoptivo y daría nombre a una de sus calles.
Entre los centenares de cuadros que pintó en Mallorca, “Castillo gris” (1902) ocupa un lugar destacado. Se trata de una vista sublimada del Castillo del Rey de Pollensa, refulgiendo su perfil pétreo con las luces ambarinas de un suave atardecer de primavera. El punto de vista bajo engrandece las ruinas de la antigua fortificación de época romana, antecedidas de un valle de irregular orografía sembrada de verde fulgor.
Rusiñol había sido invitado, en aquella ocasión, por el pintor Joaquim Mir. Se establecieron en una masía llamada “Caseta de les Roses”, cercana al puerto de Pollensa y al Castell del Rei. Los amigos disfrutaron del apacible clima insular en los meses de abril y mayo. El impacto que la belleza del paisaje mallorquín tuvo en la obra y el ánimo de Rusiñol quedó condensado en las obras que realizó pero también en el libro que publicaría ese mismo año: “La isla de la calma” (1902).
El Castillo del Rey es un rincón que ha seducido a varios pintores vinculados al modernismo, como Costa Llobera, célebre poeta colaborador de la misma revista que Rusiñol. Éste dedicó el lienzo a su amigo y colaborador Jaume Massó y Torrents, crítico y editor, muy vinculado a la escuela modernista y al movimiento de la Belle Époque que impregnó la Barcelona del cambio de siglo. Santiago Rusiñol colaboró en múltiples ocasiones con la publicación que Torrents regentaba, haciendo gala de un talante multidisciplinar que le catapultó a las esferas intelectuales del movimiento modernista en Barcelona.
SANTIAGO RUSIÑOL I PRATS (Barcelona, 1861 – Aranjuez, Madrid, 1931) fue un personaje polifacético: pintor, escritor, periodista, dramaturgo y coleccionista. Su formación inicial fue en el Centro de Acuarelistas de Barcelona, donde tuvo como maestro a Tomás Moragas. Viajó a París en 1889 donde vivió con Ramón Casas e Ignacio Zuloaga en el barrio de Montmartre. En Francia se interesó por el simbolismo y la pintura «Au plain air». En su regreso a España, abrió en Sitges su Taller-Museu del CauFerrat, frecuentando sus visitas en Barcelona a las tertulias del café ElsQuatreGats. Su producción pictórica, con un millar de obras, y literaria, con un centenar de títulos, además de un extenso número de artículos, lo sitúa como referente decisivo del arte, la literatura y las ideas estéticas del su tiempo. Fue uno de los líderes del modernismo catalán.