Renombrados artistas filipinos en subasta el 19 de Noviembre.
Coinciden en Setdart el próximo 19 de Noviembre pinturas de los más renombrados artistas filipinos del siglo XIX, Félix Resurrección Hidalgo , Félix Martínez Lorenzo y Miguel Zaragoza Aranquizna. Nacidos en una época en que el archipiélago era todavía colonia española, ambos recibieron becas de estudios para formarse en la Academia de San Fernando, y viajaron después por otras capitales de Europa.
Este aspecto, la mezcolanza entre las influencias extranjeras en boga y el interés por enaltecer la cultura vernácula, nutrió a la pintura filipina de una gran riqueza de matices. Así, Resurrección Hidalgo como Martínez Lorenzo, se mostraron versátiles en géneros y temas, siendo capaces de adentrarse en lenguajes tan dispares como los que ejemplifican las dos obras con el que quedan representados en las Subastas Setdart: un retrato femenino a la acuarela claramente inspirado en el art nouveau francés (35119598) y un magnífico óleo en el que una adolescente filipina preside una escena rural enmarcada por el perfil de un volcán, probablemente el monte Mayón (35119590).
Ambos artistas filipinos supieron regalarnos, con escenas impregnadas de ternura, composiciones sencillas exentas de toda ampulosidad, una visión sincera e intensa de unos modos de vivir que se resistían al cambio, de unas gentes de noble porte y rostros en ocasiones impenetrables, sin dejar de ser bellos.
En cuanto a la pintura en subasta de Miguel Zaragoza (35119597), se trata de un tema histórico que transformó para siempre la vida en Filipinas: el desembarco de la flota española liderada por el almirante López de Legazpi, quien colonizó las islas en 1565. En la composición de Zaragoza Aranquizna, destaca sobremanera la representación coral en alta mar, el dinamismo impreso en la inquietud expresada en rasgos y gestos de los personajes ante la inminente llegada a puerto. Variedad de tipos (marineros, sirvientas de color, religiosas…) forman parte de la tripulación, queriendo avanzar la idea de un mundo al encuentro de otro. La bandera española ondea en la proa del barco, cuyo casco luce figuras trabajadas en relieve. Detrás del navío, el velamen de otras embarcaciones se entrevé en la lejanía, dando profundidad a la representación, cuyo fondo se desdibuja entre la bruma.