La eclosión del arte chino contemporáneo.
En la década de los años noventa, un grupo de artistas e intelectuales del gigante asiático, descontentos con la herencia de la Revolución Cultural china, decidieron romper las barreras artísticas hasta el momento definidas.
De entre los diferentes movimientos surgidos despuntó de especial manera el denominado “realismo cínico”, un grupo de creadores que buscó la reputación artística internacional del país a través del humor crudo y la sátira.
Fueron muchos los artistas que supieron defender con éxito lo que el realismo chino significó: Yue Minjun (Pekín, 1962) con su serie de autorretratos en diferentes escenarios, congelados en la risa si bien críticos en su concepción; Fang Lijun (Pekín, 1963) con sus figuras confundidas o desorientadas, destinadas a simbolizar la incertidumbre que sintieron los jóvenes chinos después de 1989; o Zhang Xiaogang (Kunming, 1958), quien ilustró cómo la sociedad china debe protegerse, manteniendo sus sentimientos y experiencias dentro de cada uno, y sin ser expresados al resto para sobrevivir como miembro de la gran familia china.
Cercano a esta corriente podemos ubicar el arte de Dong Mingguang. Sus esculturas –que serán licitadas en Setdart el próximo 11 de noviembre (35110997 y 35110998) en nuestra subasta especial de arte contemporáneo– emergen de un mundo inocente, si bien lleno de violencia, engaño y materialismo. La multiplicidad de personajes que, a modo de serie, despliegan sus esculturas, aluden al resurgimiento de la potencia china. Con sus obras, Mingguang expresa la ansiedad de un país y su gente, convirtiendo la obra física en un documento histórico capaz de despertar las emociones más profundas de quien lo observa.