William Etty, Bacanal. 29 de Octubre en subasta
Esta magnífica representación báquica se inspira en la escena narrada por el poeta romano Ovidio acerca del encuentro de Baco y Ariadna en la isla de Naxos. La sensual pareja intercambian gestos y miradas. Sus voluptuosos cuerpos dominan la parte izquierda del cuadro. Dionisos penetra con su mirada a su amante, mostrándose prendado de la hermosa princesa cretense, envuelta en ligeras gasas. El cuerpo broncíneo y fornido del dios contrasta con las carnaciones suaves y nacaradas de Ariadna. Su pasión ha sido encendida por el vino, como también la de las otras parejas que participan en la bacanal. Vemos a Sileno bebiendo a lametazos de la copa de una ménade, cuya cabeza cae sobre su torso, sumida ya en el sueño de la embriaguez. Otros sátiros y bacantes bailan, y un grupo de niños juguetean con racimos de uva esparcidos por el suelo. El mar se avista al término del frondoso paraje.
El pintor extrae las mejores calidades incluso de los más nimios elementos, un interés por el detallismo que se conjuga con la acertada captación atmosférica, sumándose las enseñanzas de la escuela veneciana y del clasicismo francés.
Este lienzo del pintor inglés fue incluido en una exposición monográfica en su ciudad natal: York Art Gallery, “William Etty: Art and Controversy” (2012).
Etty dedicó parte de su vida a viajar por Europa: tras recorrer París, Roma, Nápoles y Florencia, en noviembre de 1822 llegó a Venecia. Para él, esta ciudad representaba “la cuna y el lugar de nacimiento del color” y dedicó gran parte de su tiempo a copiar las obras de Giorgione, Tiziano, Tintoretto y Veronese. Se cree que la presente obra fue pintada más tarde en esa misma década. El impacto de los maestros venecianos en su obra se aprecia por el rico colorido y el tema representado. También recuerda las bacanales de Poussin, obra que Etty conocía, así como las composiciones báquicas de Jacob Jordaens, una de las cuales Etty poseía, también a una copia de “La bacanal de los andrios” de Tiziano, en la que se celebran los placeres del vino y que adquirió en 1827.
Entre los artistas coetáneos, -que se maravillaban de la profundidad y la corporalidad de sus figuras-, era conocido y muy elogiado por su capacidad para capturar la forma humana y reproducir carnaciones. Etty se formó inicialmente en la Real Academia de Londres bajo la dirección de Thomas Lawrence. Fue en 1821, con la exhibición de la obra “La llegada de Cleopatra a Cilicia” (Museos Nacionales de Liverpool) en la Royal Academy, que recibió la aclamación general. Los críticos se maravillaron de la “belleza lánguida y exuberante de Cleopatra” y describieron la pintura como perteneciente a la “clase más elevada” de arte. Etty siguió este éxito exhibiendo una sucesión de importantes obras mitológicas durante los años siguientes, que establecieron a Etty como uno de los pintores históricos más importantes de Gran Bretaña a principios del siglo XIX. Como se exploró en la reciente exposición “William Etty: Art & Controversy” en la York Art Gallery, el arte de Etty fue el resultado de una vida de compromiso serio con las tradiciones de la pintura europea, la dedicación al estudio del modelo de vida y el compromiso con un espíritu artístico independiente