Eduardo Naranjo, el pintor de los sueños.
Pintor al margen de las modas, el arte de Eduardo Naranjo se nutre de un ritmo propio, de un tempo interior.
La crítica lo define como el gran representante contemporáneo del realismo mágico-onírico. Cabe aclarar, sin embargo, que el ambiente onírico toma más o menos fuerza en obras que, en todos los casos, parten de la realidad cotidiana.
En esta pintura (véase lote 35203970), dos niñas están sentadas en el bordillo de una calle de la que solo vemos la acera y una pared tatuada con grafitis. El zócalo de cemento parece suspendido en el vacío, al asomar por detrás un muro de piedra que otorga suma ambigüedad al espacio.
Una de las niñas realiza una mueca extraña, guiñando un ojo. Probablemente le molesta la luz del sol, de la que su hermana parece esconderse, bajando y girando la cabeza. Las expresiones, atuendos y anatomías están descritos con audacia fotográfica. El