Baldassare de Caro en subasta.
El napolitano Baldassare de Caro fue uno de los pintores animalistas más destacados del sur de Italia, en el periodo tardo-barroco. La fantasía y la minuciosidad naturalista, aunque parezca una contradicción de términos, se alían en sus paisajes ajardinados. En ello, era un digno seguidor de Frans Snyders y, en general, de los maestros flamencos del bodegón.
Esta doble virtud se aprecia sobradamente en esta pareja de bodegones (lote 35011184), que muestran paisajes ajardinados en los que las arboledas de cipreses circundan fuentes y escalerillas y plintos, entre los que revolotean aves de variadas especies. Los elementos arquitectónicos testimonian la pertenencia de la floresta a un terreno palaciego. El cariz irreal lo otorga la exuberancia floral y el exotismo avícola, barnizado por una pátina azulada de ensueño, aunando así la maravilla y el preciso estudio anatómico y botánico.
La pincelada suave y difuminada que compone la atmósfera contrasta con el tratamiento minucioso y descriptivo de las aves. La diversidad de plumajes ha sido plasmada con sensibilidad, logrando calidades insospechadas en los algodonosos cuerpos, como también en las carnosas rosas y claveles que crecen por doquier. Los pájaros adoptan variedad de actitudes: unos graznan, otros revolotean, picotean o permanecen en reposo. De modo que las composiciones son dinámicas y asimétricas, basadas en el uso de diagonales. En torno a las fuentes corretean liebres, pavos reales y otros animales.
La perspectiva atmosférica virando hacia los grises y azules en la lejanía, así como la preeminencia de tonalidades rojas y blancas en contraste con los tonos terrosos, reciben la influencia de Snyders, en concretos de sus conciertos de pájaros y escenas cinegéticas, sumamente movidas y de gran esplendor decorativo.
Muy apreciada dentro del mercado del anticuariado, así como entre los coleccionistas y los historiadores del arte, la escuela bodegonista napolitana del barroco gozó de un espectacular desarrollo. Artistas como Tommaso Realfonso, Nicola Casissa, Gaspare López, Giacomo Nani y Baldassare de Caro continuaron la tradición local especializándose en la pintura de flores, frutas, peces y piezas de caza, satisfaciendo así la demanda de una vasta clientela caracterizada por un nuevo gusto propio del siglo XVII. Estos pintores napolitanos de naturalezas muertas, que trabajaron durante el siglo XVII y principios del XVIII, son llamados “i generisti”, y tuvieron importancia no sólo dentro de su propio entorno sino también, y especialmente, en España, donde el desarrollo del género estuvo claramente marcado por la influencia italiana, en concreto por la aportación de la escuela napolitana. Actualmente esta escuela es considerada una de las más destacadas dentro de la naturaleza muerta del barroco. El signo distintivo de los pintores napolitanos del barroco fue siempre su fuerte carácter naturalista y su cálido cromatismo, con dominio de los rojizos y terrosos.
Baldassare de Caro (Nápoles, 1689 – 1750) fue discípulo de Andrea Belvedere, donde Caro compartió conocimientos con Tommaso Realfonso, Gaspare López, Gaetano d’Alteriis y Nicola Casissa. Recibió además la influencia del bodegón español y de los pintores contemporáneos holandeses y flamencos, especialmente de Abraham Brueghel aunque también de Frans Snyders, David Connick y Jan Fyt. Fue reconocido en su época, llegando a ser protegido de la corte napolitana de los Borbones. Sus hijos, Giuseppe y Lorenzo, fueron continuadores de su estilo. Actualmente está representado en los Museos de Capodimonte y de San Martino en Nápoles, el National Design Museum de Nueva York, el Museo Correale de Sorrento, la colección Cavestany de Madrid, la Colección Real de Caserta y en diversas colecciones particulares de importancia.