Setdart subastó en su portal web una atractiva colección de piezas de Ràfols Casamada (Barcelona, 1923-2009) de diferentes formatos, técnicas y soportes, que reflejan el alma de este polifacético artista, y entre las que destaca un lienzo de gran formato, titulado “Gran Paisatge Gris” o “Trajectòria”.
Sutil y elegante como pocos, Ràfols es de aquellos artistas que han conseguido traspasar la barrera generacional, cautivando también a jóvenes coleccionistas. El espíritu de modernidad que subyace en cada una de sus obras ha logrado imponerse por encima de cualquier moda pasajera, encajando casi de manera orgánica en cualquier escenario. Ya sea en interiores de carácter minimalista o bien en aquellos de cariz más clásico, sus creaciones actúan como tragaluces en los que las armoniosas formas y colores conquistan nuestra mirada y el espacio que les rodea.
En paralelo a su producción sobre papel, las pinturas de Ràfols son fruto de una evolución paulatina sustentada en una profunda reflexión filosófica en la que convergen en perfecto equilibrio, la pasión y la razón, la emoción del artista y la coherencia del intelectual.
Ejemplo de ello, es este óleo sobre lienzo realizado en los años ochenta. En él, podemos contemplar la plenitud de su lenguaje pictórico cimentado bajo una particular visión poética de la realidad en la que nos envuelve hasta transportarnos a la atemporal esencia de la naturaleza, serena e hipnótica. Todo en el lienzo parece fluir de manera reposada y armónica, transformado en un desbordante espacio gaseoso que nace de la pureza estructural, reducida a formas ortogonales suspendidas en una nebulosa de apabúllate sensibilidad cromática. En un alarde de virtuosismo cromático en el que el registro non finito, las veladuras, y gradaciones inundan el lienzo, Ràfols da rienda suelta al lirismo propio de sus obras de plena madurez que invitan al espectador a una contemplación serena y pausada.
En la estética que definió este lenguaje de madurez confluyen los principios del informalismo francés y el expresionismo abstracto que nos remiten a la exaltación del arte puro. De hecho, desde que visitara en Madrid la exposición que lo puso en contacto con la obra de Barnett Newman, Pollock o Rothko, la estructura y el color se afianzan como los dos ejes fundamentales de su pintura. La influencia de este último, es especialmente significativa en cuanto a la tendencia lírica, casi mística, que adquieren sus obras en mayor grado, a partir de los 80. En este momento, inmerso en un viaje hacia lo esencial, los formatos se agigantarán para crear reverberantes atmosferas, que abren sus horizontes hacia una realidad que va más allá de lo tangible. Como hiciera Rothko a través de sus monumentales campos de color, Casamada nos sumerge en un estado de ánimo meditativo a través de su particular universo simbólico y etéreo.
Su sensibilidad y elegancia innata, así como el conocimiento y dominio de las técnicas pictóricas, hacen de Ràfols Casamada una de las figuras más talentosas y destacadas del arte de posguerra español. La suya es una obra de carácter atemporal, de aquellas que logran los grandes artistas, que a pesar del paso del tiempo y de las nuevas tendencias artísticas, siguen manteniendo la modernidad de antaño. Por todo ello se ha ganado su sitio en algunos de los mejores museos del mundo como el Guggenheim Museum de Nueva York, el Centro de Arte Reina Sofia de Madrid, el Centro Georges Pompidou de París, el British Museum de Londres o la Fundación Joan Miró de Barcelona.
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