La historia del fotoperiodismo tuvo en los conflictos bélicos el germen de su nacimiento y, sin lugar a duda, Andrei Friedman (1913-1954) conocido mundialmente como Robert Capa representa un antes y un después en la concepción de este género. El que ha sido considerado como el padre del fotoperiodismo moderno, inmortalizó con su inseparable cámara Leika, la cruda realidad de los conflictos bélicos que sacudieron el mundo durante el siglo XX.
Muestra de ello son algunas fotografías que Setdart ha subastado durante sus subastas temáticas de fotografía y en las que Capa nos narra a través de su particular enfoque la devastación que deja a su paso la guerra. En ellas, Capa trasciende la etiqueta de documento gráfico bélico para revelarnos la tragedia de la condición humana y mostrarnos que, para él, había luchas que se libraban fuera de los campos de batalla.
Su forma de entender y vivir el fotoperiodismo se encuentra íntimamente ligada a su propia historia y a sus convicciones personales. De hecho, existe un nombre propio que jugó un papel decisivo en el éxito de Capa, el de la también fotorreportera Gerda Pohorylle. Ambos llegaron a París huyendo de sus respectivos países y Gerda pronto fue consciente que para sobrevivir en una Europa antisemita los dos jóvenes judíos debían reinventarse La mujer oculta detrás de la leyenda del fotógrafo fue la ideóloga de la identidad ficticia con la que se daría a conocer Friedman: un rico fotógrafo estadounidense, muy exitoso y recién llegado a Europa llamado Robert Capa. De este modo ambos inician una trayectoria construida a partir de una misma convicción: la fotografía debía ser entendida como un medio de denuncia, de documentación de una realidad que a menudo había quedado relegada a un segundo plano, aquella que nos cuenta el lado más íntimo y humano de la guerra. El cansancio, la ilusión, la voluntad, la soledad, el silencio tras los bombardeos la compasión, o la hambruna que se reflejan en estas 10 fotografías de distintos conflictos, se convertían ahora en el foco de atención. Surgía así, una nueva relación entre fotógrafo, cámara y tragedia.
Y es que, a pesar de haber trabajado en otros campos de la fotografía, el prestigio internacional le llegó sobre todo a partir de sus reportajes sobre la Guerra Civil española y sobre la Segunda Guerra Mundial para la revista Life, al captar con su cámara los bombardeos japoneses sobre China, las campañas del norte de África, el desembarco de Normandía o el desembarco de Sicilia.
Su legado fotográfico ha pasado a la historia como un magnífico manifiesto de esa sociedad contra la guerra, la opresión, el dolor y la intolerancia que hasta sus últimos días inmortalizó. De hecho, en más de una ocasión Capa confesó que uno de sus mayores deseos era “ser un fotoperiodista de guerra en paro”. Paradójicamente el icónico fotorreportero, perdió la vida al pisar una mina en Vietnam, el 25 de mayo de 1954 durante la guerra de Indochina.