El próximo día 31 de octubre, Setdart subastará uno de los monumentales retratos con los que Lita Cabellut no deja indiferente a nadie. La biografía de esta artista es tan poderosamente llamativa como los lienzos que surgen de ella.  Y es que mucho antes de llegar a ser la artista española más valorada del panorama internacional, tuvo que lidiar con una infancia marcada por el abandono, la muerte y la pobreza. Sin embargo, su suerte cambió cuando a los 13 años una familia acomodada la adoptó. A partir de entonces pudo asistir a clases de pintura y dibujo y descubrir su vocación de artista a través de grandes maestros como Goya, Velázquez o Rembrandt de cuyas obras se empapó durante sus vistas al Museo del Prado. Desde entonces, Lita no ha dejado de pintar a los más desprotegidos de la sociedad, convirtiendo sus lienzos, en alegatos de humanidad.

Lita Cabellut se podría definir, por encima de todo, como una pintora de retratos y una narradora de historias. Ejemplo de ello, es el desgarrado rostro de esta mujer gitana, que desprovisto de cualquier tipo de accesorio superfluo, nos mira con tal brutalidad que podemos llegar a sentir la aflicción y pesadumbre que emana de su interior.  Y es que los rostros de Lita están, ante todo, vivos.

El resultado, siempre intenso y temperamental, es, sin embargo, fruto de un estilo profundamente estudiado y personal. La artista desnuda el personaje capa a capa su naturaleza más íntima en cada uno de sus frenéticos trazos y en cada matiz cromático que aplica con inteligente sutileza. Pero especialmente, consigue trasladarnos esa intimidad a través de las miradas y pieles que revelan el paso del tiempo y las experiencias, así como la belleza y la crudeza de nuestra existencia. En este empeño por pintar el alma humana, Lita desarrolló una variante de la técnica de la pintura al fresco con efectos craquelados con los que evoca la fragilidad de la vida y las cicatrices que deja a su paso.

Esta intensa carga emocional con la que nos interpela cobra vida gracias a una dualidad existente en toda su obra: el profundo conocimiento y dominio del dibujo academicista de los grandes maestros junto a la factura de trazos desgarrados e instintivos de artistas como Francis Bacon, Lucien Freud o Pollock, regida por las energías internas que nacen del propio artista.

En definitiva, se podría afirmar que sus obras son el resultado de la pasión de Lita Cabellut por la vida en sí misma y por ahondar en la complejidad del alma humana, mostrando con una honestidad a menudo perturbadora sus pasiones, sus miedos y sus contradicciones.