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Jean-Baptiste-Camille Corot (París, 1796 – 1875). “Souvenir de Mortefontaine”.

Jean-Baptiste-Camille COROT

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COROT, Jean-Baptiste-Camille (París, 1796 – 1875).
“Souvenir de Mortefontaine”, 1864.
Boceto a la tinta china sobre papel.
Firmado y fechado en la zona inferior derecha.
Existe certificado emitido por Martin Dieterle y Claire Lebeau (nº reg. 4452).
Medidas: 16 x 21 cm.

 

Esta obra es un boceto de la pintura del mismo título que se conserva en el Museo del Louvre. Se trata de un óleo sobre lienzo pintado en 1864, de 65,5 x 89 cm, actualmente considerado una de las obras maestras de Corot y sin duda una de sus pinturas más poéticas. Este artista se manifestó como el más preclaro representante del tránsito que va del paisaje clásico al realista, manteniéndose al margen de todas las escuelas y constituyendo el fundamento del futuro impresionismo. Rompiendo con los planteamientos animados y fogosos del paisaje romántico, Corot mostró en sus obras de madurez, de las que “Souvenir de Mortefontaine” es un magnífico ejemplo, una nueva forma de abordar el paisaje.

En sus composiciones utiliza una gama tonal restringida –azul para los cielos, ocres y rosas para las arquitecturas, castaños y verdes para la vegetación-, siendo sus más destacados valores la atmósfera plasmada y la dosis precisa de luz que proporciona a la superficie de los volúmenes. Todo ello porque, en palabras del propio autor: “El dibujo es lo primero que hay que buscar. Después, la relación de las formas y los valores. He aquí los puntos de apoyo. Después, el color y, finalmente, la ejecución”. Corot empleaba en su método de trabajo la toma de apuntes del natural, a los que proporcionaba un lirismo especial, tal y como se aprecia en el que aquí presentamos. No podría ser de otro modo si se tiene en cuenta esta confesión del artista: “Mientras busco la imitación concienzuda, no pierdo ni un instante en la emoción… Lo real es una parte del arte, pero el sentimiento lo completa. Si estamos verdaderamente conmovidos, la sinceridad de nuestra emoción se transmitirá a los demás”.

Mortefontaine es un pequeño pueblo en el departamento de Oise, en el norte de Francia, que Corot visitó con frecuencia en la década de los cincuenta para estudiar los efectos de la luz y sus reflejos en el agua. En “Souvenir de Mortefontaine” Corot no reproduce una escena de la vida cotidiana, ni retrata una escena real sino que, como el mismo título sugiere, plasma sus impresiones captadas a lo largo de sus numerosas visitas, protagonizadas por los juegos de la luz al reflejarse en la superficie del lago.

 

 

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