El poder transformador de las Segundas Vanguardias.
Importante colección particular
La colección en licitación nos introduce en las fascinantes Segundas Vanguardias de la mano de sus grandes protagonistas: Andy Warhol, Keith Haring, Jean Dubuffet, Pierre Alechinsky, Christo, Yves Klein o Nicky de Saint Phalle
Alrededor de la década de los años 40 arranca un periodo vibrante en la historia del arte cuya huella en el mundo de la creatividad ha ejercido un influjo decisivo en el futuro desarrollo de la práctica artística. Las Segundas Vanguardias trajeron consigo una segunda ola de innovación ruptura y transgresión que desde las Primeras Vanguardias nos conduce hacia un estimulante viaje por un siglo XX absolutamente transformador.
Tras la Segunda Guerra Mundial y como no podía ser de otra manera, se inicia un periodo marcado por la miseria, y desasosiego. Los horrores de la contienda bélica hicieron estragos a nivel político y social pero también definieron los nuevos retos a los que la práctica artística debía enfrentarse. El proyecto utópico fallido de las vanguardias previas a la guerra y el vacío causado por la pérdida de referentes se tradujo en una nueva forma de representación dominada por un sentimiento de desgarro en el que el goce estético tal y como hasta entonces se había entendido, pierde su concepción tradicional. La crisis política y cultural que sacudió a Europa favoreció que la capital artística mundial que hasta el momento había sido Paris se desplazara hasta New York. Sin embargo y como transluce en esta colección, la polaridad entre ambos centros creativos dinamizó e incentivó la practica artística de este periodo fértil y creativamente intenso en el que los diferentes estilos y movimientos se sucedían a un ritmo frenético.
En este sentido, el conjunto que presentamos refleja y propicia el dialogo que se estableció entre las propuestas artísticas de ambas capitales. A través de artistas como Dubuffet y Sam Francis conectamos el informalismo francés con el expresionismo abstracto norteamericano, cuyo origen se cimenta sobre una misma base: la crisis existencial surgida del golpe moral que supuso la guerra. La necesidad de encontrar nuevas formas y códigos de representación que expresaran la alienación del ser humano y su pérdida de identidad los llevaron a mostrar un especial interés por le surrealismo en su concepción de la pintura como un acto psíquico. El inconsciente y la técnica del automatismo que ahora se manifiesta en el lienzo mediante signos y caligrafías de apariencia salvaje, definen por completo esta nueva concepción estética basada en las texturas, materiales y gestos, esa belleza que Dubuffet identificó como “una belleza otra” en la que la obra y su superficie se convierten en un símbolo de la imagen del mundo.
De forma paralela, el grupo COBRA representado dentro de la colección por artistas de la talla de Karel Appel o Pierre Alechinsky, vieron tanto en el arte primitivo de los niños y enfermos mentales como en el automatismo surrealista el ejemplo más auténtico de arte libre y original acercándose en este aspecto a la concepción artística de Dubuffet. Sin embargo, a diferencia de este último, sus obras son a menudo más viscerales debido al influjo que el expresionismo alemán ejerció en ellos.
Siguiendo con las expresiones artísticas abstractas y en pleno triunfo del expresionismo norteamericano, irrumpe en escena el Op Art con una premisa opuesta a la del expresionismo abstracto: mientras que en este último lo relevante era la relación entre artista y obra durante el acto de creación, figuras como Vasarely pusieron el foco sobre el espectador, quien con su acción de mirar completaba y daba sentido a la obra.
Como reacción frente a estos movimientos despojados de referencias externas, surgen a ambos lados del atlántico el Pop art y el Nuevo realismo. Mientras que el Pop, capitaneado por Andy Warhol, convirtió la trivialidad en un tema digno de tratamiento estético y la monumentalizó mediante la técnica de la ampliación reflejando los iconos de la cultura de masas de forma inteligente y crítica, el nuevo realismo de la mano de Yves Klein o Niki de Saint Phalle nació para reclamar el regreso a lo social y al ser humano como tema esencial del arte.
Artistas como Christo adscrito en un inicio al nuevo realismo, evolucionó hacia otros paradigmas creativos, como el Land Art, que nos demuestran una vez más el suelo fértil bajo el que se desarrolla el arte de la segunda mitad de siglo. Junto a su esposa, Christo trascendió los límites de las disciplinas tradicionales adentrándose de lleno en la fusión del arte con el entorno natural. Haciéndose servir de la naturaleza como lienzo, el matrimonio se unió creativamente para transformar nuestro entorno en escenarios extraordinarios creando instalaciones temporales que interactúan de forma armoniosa con la naturaleza circundante.
La efervescencia de esta etapa hizo confluir diversos movimientos que como el Street Art y el Pop Art ejercieron una influencia reciproca. Así como Warhol es considerado el rey del Pop Art, Haring fue sin duda el precursor y cabeza visible del Street Art. De hecho, ambos artistas se han convertido en un icono de la cultura newyorkina de los años 80 como “líderes” de una revolución cultural que llegó a definir toda una época. Sus vidas entrelazadas y su influencia mutua fueron sin duda el catalizador de una nueva ola dentro de la evolución de la cultura popular que definió a la perfección el espíritu de la sociedad de entonces.
En su conjunto, esta colección de arte de las segundas vanguardias es un testimonio del poder del arte para desafiar, inspirar y transformar. Cada obra es una ventana a un mundo de posibilidades infinitas, donde la imaginación es el único límite. Es un recordatorio de que el arte no solo refleja la realidad, sino que también la redefine.