De la Funcionalidad al Arte: la dignidad del mobiliario doméstico
Setdart reúne una importante selección de mobiliario
No es habitual que en una misma subasta seamos capaces de realizar un recorrido por la evolución del mobiliario de guardar y comprender sus adaptaciones a las necesidades domésticas. Desde el gótico hasta el periodo de Tous les Louis tanto la concepción del mueble como su aspecto cambia drásticamente, abandonándose a nuevos conceptos como el de confort o al mero lucimiento formal.
El noreste peninsular ha sido desde sus inicios unos de los núcleos más destacados en lo que al mobiliario se refiere. El lote 35346498, un arca gótica catalana del siglo XV es un ejemplo paradigmático del mueble que fue, hasta el siglo XVI, espejo del estatus de sus dueños. De gran base moldurada troncopiramidal, se caracterizan por una estructura de tableros ensamblados con lazos vistos de cola de milano sobre la que se aplican molduras simulando un bastidor, así como peinazos bajo la tapa. El frente, formado por dos o tres paneles (lote 35346500), presenta la que posiblemente sea la seña de identidad de las arcas fabricadas en Barcelona, esto es, un falso montante central tallado, calado y aplicado según la técnica conocida como “obra de Barcelona”.
Ya en el siglo XVI, el lote 35346501 habla de esa nueva tipología que habrá de convertirse en el mueble más representativo del Renacimiento y del Barroco: el escritorio. Si bien, especialmente a finales del siglo XVII, la función principal por la que fueron concebidos pasó a un segundo plano, gozando de un carácter casi exclusivamente de aparato, nacieron como una suerte de archivillo donde los señores depositaban los asuntos que estaban tratando de presente. El escritorio que nos ocupa, fechable en la segunda mitad del siglo XVI por sus relieves tallados de carácter manierista -los cuales pueden recordar en su carácter a los de la fachada de la Sacra Capilla del Salvador del Mundo de Úbeda-, cuenta con una tapa abatible en su frente, la cual se perderá en las décadas subsiguientes en pos del boato.
Una nueva revolución tiene lugar a mediados del siglo XVII, pues una pieza, la cómoda, acaparará todo el protagonismo a partir del 1730, aglutinando tanto el simbolismo del escritorio como las funciones del arca y el baúl, aunque estructuralmente sea deudora de la cajonera de sacristía.
El lote 35346503, de hacia 1700, cuando la tipología aún estaba en proceso de asimilación, nos permite no sólo ver cómo la variante con tablero abatible fue otra de los caminos que tomó el mueble originalmente, sino entender las relaciones que entre Italia y España tuvieron lugar. Esa curva y contracurva que dibujan los filetes realizados en madera de limoncillo en los extremos de los cajones es posible verla en piezas catalanas, no necesariamente cómodas, sino mesas de escritorio, las cuales con facilidad pueden ser confundidas por sus homónimas italianas o viceversa.
Avanzando en el XVIII es curioso comprobar las diferencias que pueden darse en dos piezas realizadas, posiblemente, en la misma década: el lote 35346499 y el 35346505. El primero es una cómoda italiana, de la región del véneto, del último cuarto del siglo XVIII, cuyo perfil de medialuna, trabajo de marquetería y tiradores la enmarcan dentro de un estilo neoclásico; por otro lado, el segundo es un armario catalán de la región histórica del Ampurdán, de pleno carácter rococó, fechado en 1782, tal vez construido como regalo de bodas a los cónyuges cuyas iniciales aparecen grabadas bajo el copete, estando este rematado por una granada, símbolo de fertilidad.
Las tendencias artísticas tardaban, por tanto, en viajar lejos de los principales núcleos, como podría ser Venecia, donde el reciente estilo neoclásico estaba ya plenamente asimilado, mientras que, en el Ampurdán, lejos de la cosmopolita Barcelona, y cercano ya al siglo XIX, seguía estando vigente un rococó cuyas rocallas hacía años habían sido denostadas por las alta esferas catalanas.
Finalmente, el siglo XIX, quizá sin la necesidad de reinventarse, opta por mezclar todos los estilos desarrollados en siglos anteriores, en una suerte de amalgama ecléctica que de la mano de la industria produce sin cesar. El lote 35248722, un entredós de Jean-Louis-Benjamin Gros de hacia 1850, combina, en ese sentido, el ornato del Luis XVI, con una tímida concavidad en los laterales que aporta ese movimiento del que se prescindió en las postrimerías del XVIII.
Son más las piezas de guardar que complementan a las mencionadas, tipologías dispares de diferentes centros, con una calidad extraordinaria que hacen de esta licitación una buena oportunidad para hacerse con un pedazo de la historia del mueble europeo.